La
sociedad puede haber colocado a hombres y mujeres en pie de igualdad,
en el lugar de trabajo y tal vez en otras áreas de nuestras vidas.
Si bien es absolutamente cierto, que una mujer puede hacer casi
cualquier cosa, que un hombre puede hacer y viceversa. Pero también
es cierto, que tenemos diferencias fundamentales. El problema es que
cuando tratamos de pasar por alto esas diferencias y pretendemos que
no existen, como mujeres, terminamos cerrándonos en
nuestro propio mundo, en un
intento de ser más como los hombres, con los que sentimos la
necesidad de competir
constantemente.
Por
lo general, esto es más
frecuente en el lugar de trabajo, pero por desgracia, muchas mujeres
llevan este comportamiento a su vida personal y terminan
perjudicándose a sí mismas.
Las
mujeres a menudo, tienen miedo de ser mujeres, de parecer femeninas o
vulnerables, por temor a que la comparen con seres débiles.
Sin
embargo, es todo lo contrario, porque cuando una mujer está en
sintonía consigo misma y muestra su vulnerabilidad, ejerce mucho más
poder sobre un hombre, que si ella fuera a actuar con dureza
constantemente.